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FRAGMENTOS BREVES DE AUTORES CUYO APELLIDO O SEUDÓNIMO COMIENZA POR LA LETRA:

Fragmentos breves de autores cuyo apellido o seudóninimo comienzo por la letra S

 

Sábato, Ernesto.  Sobre héroes y tumbas: 

            ... Estos papeles servirán de testimonio. ¿Vanidad post mortem? Tal vez: la vanidad es tan fantástica, tan poco "realista" que hasta nos induce a preocuparnos de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados. ¿Una especie de prueba de la inmortalidad del alma?

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Acceso directo a los fragmentos de Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato

 

   

 

Sagan, Françoise.  Buenos días, tristeza: 

  

            - Me tumbaba después en la arena, cogía un puñado, lo dejaba escurrir entre los dedos y la arena caía en una lluvia amarillenta y suave. Pensaba que se escapaba como el tiempo, que eso era una idea fácil y que resultaba grato tener ideas fáciles. Era el verano...

            - Es curioso cómo se complace la fatalidad en elegir para encarnarla rostros indignos o mediocres. Aquel verano había adoptado el de Elsa. Un rostro hermoso, sí, o más bien atractivo. Tenía también una risa extraordinaria, comunicativa y plena, como sólo la tiene la gente un poco tonta.    

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Salinger, J.D.  El guardián entre en centeno: 

  

        - ... Ya sé que es un poema de Robert Burns.

     Tenía razón. Es «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el centeno», pero entonces no lo sabía.

     - Creí que era, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo» -le dije-, pero, verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura. Phoebe se quedó callada mucho tiempo. Luego, cuando al fin habló, sólo dijo:

       - Papá va a matarte.

       - Por mí que lo haga -le dije.

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Salter, James.  Años luz: 

               -  La vida es el tiempo que hace. Son las comidas. Los almuerzos en un mantel azul a cuadros sobre el cual hay sal vertida. El olor a tabaco. Queso brie, manzanas amarillas, cuchillos con mangos de madera

          - Un día perfecto comienza por la muerte, por la apariencia de la muerte, de una honda capitulación. El cuerpo está flojo, el alma se ha expandido, todo fortaleza, incluso el aliento. No existe la facultad del bien o del mal, la luminosa superficie de otro mundo está cerca, envolvente, las ramas de los árboles tiemblan fuera...

          -  Quiere que sus hijas tengan una vida antigua y una vida nueva, una vida indivisible de todas las vidas pretéritas, que emane de ellas, que las sobrepase, y otra vida que sea original, pura, que trascienda del prejuicio que nos protege, la costumbre que nos moldea. Quiere que conozcan tanto la santidad como la degradación, la primera sin ignorancia y la segunda sin humillación... 

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Salter, James.  Todo lo que hay: 

               -  Pensaba a menudo en la muerte, pero casi siempre como un impulso de lástima hacia un animal o un pez, o cuando veía la hierba moribunda del otoño o las mariposas monarca aferrándose a las plantas de algodoncillo para alimentarse antes de emprender su gran peregrinación funeraria. ¿Podrían llegar a saber el gigantesco esfuerzo que iba a costarles aquel viaje, la heroica fortaleza que les exigiría? Pensaba en la muerte, pero nunca había sido capaz de imaginarla, el no ser mientras todo lo demás seguía existiendo. La idea de pasar de este mundo a otro le parecía demasiado fantástica para creer en ella. Y lo mismo le ocurría con la idea de que el alma iba a elevarse, por algún procedimiento inexplicable, para habitar eternamente en el infinito reino de Dios. Allí te encontrarías con todos los conocidos y también con los desconocidos, los innumerables muertos que iban acumulándose en cantidades incalculables pero no infinitas. Sólo estarían ausentes quienes creen que no hay nada al otro lado, como decía su madre. No existiría el tiempo, el tiempo pasaba en una hora como cuando uno se queda dormido. Sólo habría dicha.

   

               -  »No me gusta la palabra «gay» -prosiguió Bowman-. Hay personas demasiado ilustres para llamarlas gais. Tal pueda hacerse en privado, pero los emperadores romanos no eran gais. Se bañaban desnudos en estanques con unos jóvenes entrenados para el placer, pero suena muy raro llamarlos gais. Depravados, voluptuosos, pedófilos, eso sí, pero no gais. El término destruye la dignidad de la perversión...

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San Juan de la Cruz, Dichos de Luz y Amor:           

            - Las condiciones del pájaro solitario son cinco: la primera, que se va a lo más alto; la segunda, que no sufre compañía, aunque sea de su naturaleza; la tercera, que pone el pico al aire; la cuarta, que no tiene determinado color; la quinta, que canta suavemente.

 

   

Sartre, Jean-Paul. La Náusea

           > La Náusea se ha quedado allá, en la luz amarilla. Soy feliz; este frío es tan puro, tan pura la noche; ¿no soy yo mismo una onda de aire helado? No tener ni sangre, ni linfa, ni carne. Deslizarse por este largo canal hacia aquella palidez. Ser solo frío.

...

          > Empecé a contarme lo que había pasado desde mi desembarco. Me dije: «La tercera noche, al entrar en un baile llamado La Gruta Azul, vi una mujer alta, medio borracha. Y a esa mujer estoy esperando, y vendrá a sentarse a mi derecha, y rodeará mi cuello con sus brazos» Entonces sentí con violencia que tenía una aventura. Pero Erna volvió, se sentó a mi lado, rodeó mi cuello con sus brazos y la detesté sin saber bien por qué. Ahora comprendo: había que empezar a vivir de nuevo y la impresión de aventura acababa de desvanecerse.

Cuando uno vive, no sucede nada. Los decorados cambian, la gente entra y sale, eso es todo. Nunca hay comienzos. Los días se añaden a los días sin ton ni son, en una suma interminable y monótona...

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Schweblin, Samanta. Cabezas contra el asfalto


       > No me gusta tener novias. Salí con algunas chicas, pero nunca funcionó. Tarde o temprano empiezan a reclamarme más tiempo o a piden que diga cosas que en realidad no siento. Una vez probé decir lo que sentía y fue peor. Otra vez, una se volvió completamente loca sin que yo dijera absolutamente nada. Decidió que yo no la amaba, que nunca iba a amarla, me obligó a agarrarla de los pelos y empezó a darse sola la cabeza contra la pared. Pienso que relaciones así no son sanas. Aníbal, que es mi representante y el tipo que se encarga de poner mis cuadros en las galerías y decidir qué precio tiene cada cosa que hago, dice que el tema de las mujeres no me conviene. Dice que la energía masculina es superior, porque no se dispersa y es «monotemática». Monotemática es que sólo piensa en una cosa, pero nunca dice en cuál. Dice que las mujeres son buenas al principio, «cuando están bien buenas», y buenas al final, porque vio morir a su padre en brazos de su madre y es una buena forma de morir. Pero todo lo que está en el medio es «un infierno». Dice que ahora tengo que concentrarme en lo que yo sé hacer, que es no decir nada y pintar. Es calvo y gordo, y no importa lo que pase, siempre está sacando palabras de su boca y aspirando con la nariz cada diez segundos.

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Scott Fitzgerald , F. El Gran Gatsby:

 

     - Durante cierto tiempo, estos ensueños dotaron de una salida a su imaginación, fueron satisfactoria indicación de la irrealidad de la realidad, promesa de que la roca del mundo está fuertemente asentada en las alas de un hada...

   - «Por un instante –siguió- una frase intentó adquirir forma; mis labios se entreabrieron esforzándose como los de un mudo, como si en ellos hubiera más violencia que la de una ráfaga huracanada. Pero no exhalaron el menor sonido y lo que estuve a punto de decir se perdió para siempre».

Enlace directo a los fragmentos de El Gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald:

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Sebald, W.G.     (Los anillos de Saturno)


>   Lo único que se me ha grabado en la memoria de todo cuanto Katy dijo a Lizzie y Lizzie a Katy es un fragmento extremadamente singular. Pertenecía al relato de unas vacaciones en la isla de Malta y Katy, o Lizie, afirmaba que los malteses, con un desprecio incomprensible hacia la muerte, no conducían por la derecha ni por la izquierda, sino siempre por el lado de la calle cubierto de sombra...



>   La carbonización de las especies de plantas más altas, la quema incesante de todas las sustancias combustibles, es la fuerza de propulsión de nuestra propagación por la tierra. Desde la primera antorcha hasta los reverberos del siglo XVIII, y desde el brillo de los reverberos hasta el resplandor maliciento de las farolas de arco sobre las autopistas belgas, todo es combustión, y combustión es el principio inherente a cada uno de los objetos que producimos. La confección de un anzuelo, la manufactura de una taza de porcelana y la producción de un programa televisivo se basan, en definitiva, en el mismo proceso de combustión. Las máquinas que hemos inventado tienen, al igual que nuestro cuerpo y nuestra nostalgia, un corazón que se consume con lentitud. Toda la civilización de la humanidad, desde sus comienzos, no ha sido más que un ascua que con el paso de las horas se torna más intensa, y de la que nadie sabe hasta qué punto se va a avivar y cuándo se va a extinguir. Por lo pronto nuestras ciudades continúan propagando fuego en derredor...

Enlace directo a los fragmentos de Los anillos de Saturno de W.G. Sebald:

Acceso directo a los fragmentos de Los anillos de Saturno de W.G. Sebald

 

   

Sebald, W.G.     (Austerlitz)


>   La temperatura de su cuerpo es entonces de treinta y seis grados, como la de los mamíferos y los delfines y los atunes a toda velocidad. Los treinta y seis grados son un nivel máximo, que en la Naturaleza ha demostrado ser una y otra vez el más favorable, una especie de umbral mágico, a veces se le había ocurrido, eso, dijo  Alphonso , había dicho  Alphonso , que todos los males del hombre están relacionados con esas desviación de la norma ocurrida en algún momento y con el estado de calentamiento, ligeramente febril, en que continuamente se encuentra…



>   ... puse el volumen muy bajo y escuché un idioma para mí incomprensible que, desde gran distancia, se esparcía por el éter, una voz de mujer que a veces se hundía entre las olas, luego emergía de nuevo y se cruzaba con el juego de dos manos cuidadosas que, en algún lugar desconocido para mí, se movían sobre el teclado de un Bösendorfer o un Pleyel, produciendo fragmentos musicales que me acompañaron hasta muy entrado el sueño, creo que de El clave bien temperado. Cuando me desperté por la mañana, de la rejilla de latón de apretada malla del altavoz, solo venía un débil ruido de fondo y una especie de arrastrar. Poco después, en el desayuno, cuando me puse a hablar de la misteriosa radio, Austerlitz dijo que él tenía la opinión de que las voces que, al comenzar la oscuridad, atravesaban el aire y de las que podíamos captar muy poco, tenían, como los murciélagos su propia vida, que rehuía la luz del sol…

Enlace directo a los fragmentos de Austerlitz de W.G. Sebald:

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Seghers, Anna.     (La séptima cruz)

     - El azar, cuando se le deja hacer, no es ciego, como suelen decir, sino astuto y con sentido del humor. Hay que abandonarse a él sin reservas. Si intentamos manejarlo, se convierte en chapuza y se le hace culpable sin razón. Cuando se le respeta y se le obedece fielmente, da casi siempre en el blanco, y lo hace con rapidez, directamente y sin rodeos.

Enlace directo a los fragmentos de La séptima cruz de Anna Seguers:

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Shakespeare, William, El mercader de Venecia:

 

           -  BASSANIO.- ...  No hay ningún vicio tan simple que no muestre alguna señal de virtud en su exterior. ¿Cuántos cobardes, de corazones tan falsos como escaleras de arena, llevan sobre sus caras las barbas de Hércules y la ira de Marte, y luego en su interior se hallan hígados blancos como la leche. Y éstos no asumen más que excrementos del valor para darse una apariencia temible… Contemplad la belleza y veréis que puede comprarse al peso...

          

             -   SHYLOK...  Soy judío… ¿No tiene ojos un judío? ¿No tiene un judío manos y órganos, medidas, sentidos, afectos y pasiones? ¿No se alimenta de la misma comida, se hiere con las mismas armas, está expuesto a las mismas enfermedades, se cura con los mismos medios, se acalora y se enfría en los mismos inviernos y veranos que un cristiano? Si nos picáis ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no morimos? Y si nos hacéis mal, ¿no vamos a vengarnos? Si somos como vosotros en lo demás, nos pareceremos en esto también… Si un judío hace mal a un cristiano, ¿cuál es la humillación que sufre? Venganza. Si un cristiano hace mal a un judío, ¿cuál debería ser su sufrimiento según el ejemplo cristiano? Sí, venganza. La vileza que me enseñasteis yo la llevaré a cabo y será dura; quizá supere a mis maestros.

Enlace directo a los fragmentos de El mercader de Venecia de William Shakespeare:

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Shakespeare, William Romeo y Julieta (Párrafo final)

           - PRÍNCIPE

             La presente aurora trae consigo una paz triste; pesaroso el sol, vela su faz. Salgamos de aquí para continuar hablando de estos dolorosos asuntos. Perdonados serán unos, castigados otros; pues jamás hubo tan lamentable historia como la de Julieta y su Romeo.

Enlace directo al final de Romeo y Julieta de William Shakespeare:

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Simenon, Georges ,  La muerte ronda a Maigret:

           

      -  Por una vez, Maigret pisó en el vacío y su pierna se hundió hasta la rodilla en una charca de agua.

     Había perdido de vista al hombre, pero iba en dirección cierta.

    Seguramente el otro habría llegado allí cuando la marea era más baja, ya que el comisario, de repente, se vio obligado a detenerse ante una charca de unos dos metros de ancho. Tanteó el fondo con el pie derecho, estuvo a punto de caer hacia adelante. Al fin, se suspendió a los arbotantes de las vigas.

     Era una de esas situaciones en las que más vale no ser visto. Se esbozan gestos para los que no se está preparado. Se falla todas las veces, como un mal acróbata, aunque, por decirlo así, se sigue avanzando a pesar de todo. Se cae y se recupera. Se borbotea, sin prestigio ni belleza...

 

   

 

Soler, María del Carmen, Gracia y justicia en los manjares:

           

      Una antiquísima tribu, los yanomamis, que habitan la selva amazónica, lugar de sudor y moscas, practican un extraño canibalismo: se comen entre todos a sus propios muertos, pero tras reducirlos a ceniza, en una fogata que consume no sólo el cuerpo del muerto sino cuanto le pertenecía, desde el arco al sucinto taparrabos. Mezclan las cenizas con plátano y se las van tragando, a la vez que procuran olvidar el nombre del muerto, que jamás debe ser pronunciado por nadie; hay que borrar todo rastro de su ser y toda memoria de su persona, para que “el olvidado” pueda traspasar el umbral de “La casa del Trueno”, es decir, el cielo, el Paraíso. 

 

   

 Stendhal:  Brama assai, poco espera, nulla chiede (desea mucho, espera poco, no pidas nada).

 

   

 Stendhal. La Cartuja de Parma

   

      > Citaba a este respecto una frase de su primer marido, el buen general Pietranera: «¡Qué insolencia conmigo mismo! –decía éste-; ¿a santo de qué voy a creer que tengo hoy más talento del que tenía cuando decidí esto?»… Una vez decidida la venganza, era consciente de su propia fuerza y cada nuevo paso de su espíritu la hacía sentirse dichosa. Tengo la vaga idea de la inmoral felicidad que el italiano encuentra en la venganza se debe a su gran capacidad de imaginación: los naturales de otros países no perdonan en realidad, sino que simplemente olvidan…

Enlace directo a los fragmentos de La Cartuja de Parma de Stendhal:

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Sterne, Laurence.   Viaje sentimental

  -  ... es cierto que me he pasado la vida enamorado de una u otra princesa; y espero seguir así hasta que me muera, puesto estoy convencido de que si algún día cometo una acción mezquina será en el intervalo de una pasión a otra. Durante el interregno siento mi corazón como cerrado con llave; no encuentro en él ni una moneda que darle a la miseria. Procuro, por ello, salir de tal estado todo lo deprisa que puedo, y en el instante en que me vuelvo a enamorar, vuelvo a ser todo generosidad y benevolencia, y me siento capaz de hacer cuanto pueda hacerse a favor de otro u otra, mientras no haya pecado de por medio.

Y al hablar de este modo hago el elogio de la pasión y no de mi propio elogio.

 

      Le pour et le contre se trouvent en chaque nation -añadió-. En ello reside el equilibrio de lo bueno y lo malo que observamos en todas partes; solo la experiencia es capaz de hacer desvanecer las prevenciones de medio mundo contra el otro medio. De ahí las ventajas de los viajes en relación con el savoir vivre, pues ellos nos permiten conocer hombres y costumbres ditintos y nos enseñan la mutua tolerancia. Y la mutua tolerancia –concluyó, haciéndome una reverencia- nos enseña la mutua estimación.

Enlace directo a los fragmentos de Viaje sentimental de Laurence Sterne:

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Storni, Alfonsina,   Tú me quieres blanca:

Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada .

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:

Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.

 

 

BREVES FRAGMENTOS DE LIBROS: NAVEGACIÓN

-Por inicial del apellido/pseudónimo de los AUTORES  (alfabético)-

 

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