Fragmentos de libros. CAMPOS DE CASTILLA de Antonio Machado Fragmentos I
![El verano de Castilla, a la hora inhabitable en la que el sol tan cenital se pone que no puede sacarle ni un atisbo de sombra a un mísero matojo, nos cogió a Zarita y a mí perdidos, alucinados por un sol de fuego y el canto de las chicharras. Andábamos desorientados por un inverosimil camino de tierra blanca, abrasada y que más allá solo fue una trocha de cantos y polvo y luego... nada, puro abrojo, cardo y guijarro para morir contra una divisoria de piedra ardiente refugio de de lagartijas. Malo. Andaba cojo, sin sombrero, sin agua, sin saber por dónde escapar. Pero Zara, arrastrando su lengua rosa se olió el paliativo y a trasmano corrió hacia lo que nada parecía y se zambulló como loca sin importarle líquenes, lodos, culebras ni sanguijuelas... ni el caño que me auxilió. Campos de Salamanca © LCJ ZaraPilon780](/images/libros_textos/Fragmentos/C_D/CamposDeCastilla/ZaraPilon780.jpg)
Malo. Andaba cojo, sin sombrero, sin agua, sin saber por dónde escapar. Pero Zara, arrastrando su lengua rosa por sobre la tierra, olfateó el paliativo y a trasmano corrió hacia lo que nada parecía para zambullirse como loca que andaba, sin importarle ni líquenes, ni lodos, ni culebras ni sanguijuelas...
A orillas del Duero
Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor -romero, tomillo, salvia, espliego-.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego...
...
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