Fragmentos de libros. LA CONCIENCIA DE ZENO de Italo Svevo Fragmentos I:
Nuestra portada:
TEXTO DE PORTADA: ¡Ay, la conciencia! La famosa lucecita en el corazón que resplandecía como una supernova tras aquellas comuniones de los ocho o los nueve años. Hoy ya no, hoy ya brilla atemperada y tenue como la luz de una farola en el atardecer. Y siempre en el peligro de la extinción ya que solo la mantienen nuestras pequeñas buenas obras cotidianas o el deber cumplido o el mal evitado, a trompicones; semejante al faro de aquellas viejas bicicletas alimentado por una dinamo que solo podría transmitir la energía a fuerza de un pedaleo constante. Claro, esto en chico. En grande se han dicho de la conciencia muchas frases rutilantes y sesudas como, por ejemplo, ésta de Chateaubriand, cazada en un almanaque, en la que preguntaba: ¡Oh, conciencia! ¿Sería posible que solo fueses un fantasma de la imaginación o el miedo de los castigos de los hombres? Bueno, quizás tenga la conciencia algo de divina, pero no sé porqué me da a mí que es una luz que brilla necesitando siempre estar sustentada por un pie (como el de la farola de nuestra portada) que se levanta desde una tierra o desde un tiempo y que en otra tierra o en otro tiempo su luz sería muy otra.
Farola recién encendida contra un atardecer de marzo. Madrid, 2017 © LCJ
Edit: web Ediciones CATEDRA
Fragmentos de libros.
De: EL TABACO
… -¡Muy bien! ¡Unos días de abstenerse de fumar y estarás curado!
Bastaba esa frase para hacerme desear que se fuera pronto, pero pronto, para poder lanzarme sobre un cigarrillo. Incluso fingía dormir para inducirlo a alejarse antes.
Aquella enfermedad me ocasionó el segundo de mis tormentos: el esfuerzo por librarme del primero. Mis días acabaron llenos de cigarrillos y de propósitos de no volver a fumar y –me apresuro a reconocerlo todo- de vez en cuando siguen siendo los mismos. La ronda de los últimos cigarrillos, formada a los veinte años, sigue en movimiento. El propósito es menos enérgico y mi debilidad encuentra mayor indulgencia en mi viejo ánimo. En la vejez se sonríe uno al pensar en la vida y en todo lo que encierra. Es más: puedo decir que, desde hace un tiempo, fumo muchos cigarrillos… que no son los últimos...
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