Fragmentos de libros. BUENOS DÍAS TRISTEZA de Françoise Sagan Final I:
Capítulo décimo
Es curioso cómo se complace la fatalidad en elegir para encarnarla rostros indignos o mediocres. Aquel verano había adoptado el de Elsa. Un rostro hermoso, sí, o más bien atractivo. Tenía también una risa extraordinaria, comunicativa y plena, como sólo la tiene la gente un poco tonta.
Pronto descubrí los efectos de esa risa en mi padre y hacía que Elsa le sacase el máximo partido cada vez que teníamos que «sorprenderla» con Cyril. «Cuando me oigas llegar con mi padre», le decía, «no digas nada, solo te ríes» Y entonces, al oír esa risa satisfecha, descubría que el rostro de mi padre se llenaba de ira. Me apasionaba ese papel de director de escena. No me fallaba nunca la jugada, porque cuando veíamos a Cyril y Elsa juntos, revelando abiertamente vínculos imaginarios, pero totalmente imaginables, mi padre y yo palidecíamos a un tiempo, a ambos se nos iba la sangre del rostro, arrebatada por ese deseo de posesión que es peor que el dolor. Cyril, Cyril inclinado sobre Elsa, sin calibrar su fuerza. Las palabras son fáciles, envolventes y cuando veía el rostro de Cyril, su nuca morena y suave inclinada sobre el rostro incitante de Elsa, habría dado cualquier cosa por que eso, no sucediera. Olvidaba que yo misma lo había querido...
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Continuar FINAL de "Buenos días tristeza"
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