Fragmentos de libros. MI HERMANO EL ALCALDE de Fernando Vallejo Fragmentos I:
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… Antes de él cada vez que pasaba un carro de las casas de la orilla tenían que salir las mamás o las hijas grandes a mojar la carretera a baldados de agua para bajarle la arrechera al polvo. Que se asentaba, sí, pero por un rato, hasta que pasaba otro carro y vuelta a lo mismo, ¡a echar más agua y a bolear las tetas! ¿Y por qué, preguntará usted, no la regaban con manguera que es más fácil? ¡Ay por Dios, no sea ingenuo, cuál manguera! Si Támesis era tan pobre y tan corto de luces que allá no había mangueras! Y así queda contestada de paso la pregunta capciosa de por qué no asfaltaba cada quien su tramo de carretera para que los carros no le empolvaran la casa.
Panorámica de Támesis, Antioquia (Colombia). Wikipedia, Fotografía: Giovanny Guzmán
Tuvieron que pasar cincuenta años hasta que llegó un alcalde despabilado a terminar la obra. ¿Cuántos joules, pregunto yo, que es en lo que se mide la energía, u horashombre (o si prefieren horas-mujer) le economizó a Támesis el nuevo alcalde con la asfaltada de la carretera? A ver, digan una cifra y se quedan cortos. ¿Y por qué no la habían asfaltado antes los anteriores alcaldes? ¡Por qué iba a ser! Por malos, por ineptos, por desidiosos. Porque el funcionario colombiano no raja ni presta el hacha, no hace ni deja hacer. Ah, pero eso sí, cuando agarra la teta no la suelta. Es más fácil zafar una ventosa de una barriga preñada o una sanguijuela de una pierna. ¿Y se puede saber el nombre del nuevo alcalde? Valiente pregunta la suya, todo el mundo lo sabe: Carlos, mi hermano, el non plus ultra, el más verraco: Carlos I de Támesis que no tendrá segundo y quien cuando sale en su parihuela bajo palio bendice a la multitud...
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