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LO QUE DECIMOS EN FRAGMENTOS DE LIBROS SOBRE

"LA MUERTE DE IVÁN ILICH"

La muerte de Iván Ilich es una historia vulgar. Es tan vulgar que, aunque sucedió en el último cuarto del siglo XIX, en la Rusia zarista, podía haber perfectamente ocurrido –lo que no sería inventar nada, porque es seguro que pasó-, en el siglo II antes de Cristo, en el XV, en el XX… y volverá a repetirse en el XXII, si aún hay civilización sobre el planeta. Ocurrió u ocurrirá, en otro país y los protagonistas fueron o serán hombres y mujeres cualquiera, con un nombre diferente al de Iván Ilich. Es tan vulgar que ahora mismo está ocurriendo en muchos lugares de la tierra, con una mayor probabilidad en el anestesiado mundo de la civilización del hombre blanco. Cambiarán los lugares, las personas, los nombres, las circunstancias; pero la historia será muy parecida, repetida  hasta el infinito como en espejos que se enfrentan. Una historia tan vulgar que no ocurre nada excepcional en ella, no hay sorpresas espectaculares, ni actos heroicos,  ni armas, ni luchas, ni velocidad. Tolstoi nos cuenta la vida esquematizada de un hombre vulgar -según las propias palabras de su autor-. Primero, es joven, estudia, realiza leves calaveradas propias de su juventud, luego, trabaja, va ascendiendo en el escalafón, se casa, tiene hijos y mantiene unas buenas relaciones sociales. El tiempo pasa; tres años primero, luego siete, luego diecisiete, madura y sus deseos son sencillos, alcanzables, comme il faut, que dice él.  Y Tolstoi, ni siquiera se guarda un as en la manga porque sabemos desde las primeras líneas que Iván Ilich ha muerto y la historia, después, se desliza hacia esa muerte (como en la Crónica de una muerte anunciada, aunque de distinta manera). Pero, si es tan vulgar… ¿Por qué, entonces, está incluida entre las mejores obras de la historia de Literatura?  Quizás porque vulgar, en este caso, pueda ser sinónimo de eterno. Las preguntas del hombre, vulgares por repetidas, eternas porque ningún siglo les da una respuesta. La perplejidad, la muerte, la incomunicación, el egoísmo. La inmensa y profunda soledad de hombre. Ni usted, ni yo, ni Iván Ilich; ninguno nos reconocemos en el Cayo del silogismo, pero la verdad es que sí, que todos somos como Cayo, todos. Todos tan mortales como él.

             La muerte de Iván Ilich es una novela corta o un cuento largo. Por ello, aunque lo incluimos en fragmentos de libros y no en cuentos, lo hemos tratado con una filosofía diferente al resto de los fragmentos. Así, en vez de incluir textos escogidos de la obra que nos atraigan a su lectura y que nos den una idea del tono, del lenguaje, del nivel de abstracción, de la poesía o la retórica de un libro, esta vez cambiamos la intención y hemos hilado los fragmentos, sí, también escogidos, pero con la intención de exponer su desarrollo, los hitos de su hilo argumental. Como si lo estuviéramos contando nosotros, algo, claro está, imposible porque solo la pluma de Tolstoi sabe narrarlo como lo ha hecho.

Un último apunte. En bastantes sitios de la Red se puede encontrar este texto completo en pdf o en word. Pero salvo algunos giros más actualizados, nosotros hemos seguido la traducción de la edición de la biblioteca básica de SALVAT del año de 1969, Aunque algunas palabras, frases y estructura resulten un tanto arcaicas con respecto al modo de hablar y escribir actual, creemos que se ajusta más al texto del siglo XIX en que fue escrita la muerte de Iván Ilich. En las mencionadas ediciones de Internet se leen algunas frases un poco hilarantes. No solamente es imposible que Tolstoi las escribiera así, ni que los personajes de la novela se comunicaran de esa manera. Hasta hoy en día, sería poco creíble que un juez –Iván Ilich, lo era- actual se expresara así. Por tanto, nos ha tocado, si queríamos ese punto de calidad, “picarnos” el texto casi enterito.

Que lo disfrute y le oriente.

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