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Fragmentos de libros. LA NADA COTIDIANA de Zoé Valdés  Final II:

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...  Sólo temblequea tu pie derecho, insistente, como si cosieras en una máquina de coser Singer. Lloro porque hoy todo me sucede de sopetón, a mí que nunca me pasa nada, que siempre hago lo mismo: pedalear y pensar en las musarañas. A veces sospecho que ya me puedo morir, que todo lo que me iba a suceder ya me aconteció, y fue rápido, sin darme cuenta. En la actualidad sólo tengo derecho a mi bicicleta y a mi mente. Hoy me cae encima toda la vida de golpe: mi infancia, mis padres, la Gusana, el Lince, el Traidor, el Nihilista, la oficina, el mar... el país. ¿Cómo volver a nacer de otros padres, poseer otras amistades, otros amores, otro trabajo, otro mar o tal vez ninguno... otro país? O ninguno. ¿Cómo dejar de ser yo? Yo con mi nada a cuestas, mis LaHabanaVieja(Desmond Boylan)minucias, mis pobrecitas cagaditas cotidianas. Para ser sincera y no engañar a nadie, mucho menos a mí, podría quitarme toda esa cagalera de la cabeza y dedicarme a mi otro yo ficticio. Sacar la careta reservada para la supervivencia: yo, jefa de redacción de una prestigiosa revista literaria. Asisto lo mismo a asambleas, consejillos, reuniones, que a recepciones en embajadas. Mantengo la boca cerrada, porque en boca cerrada no entran moscas, y los embajadores, compañeros, invitan a suculentas comidas y copas de champán. Champán va y champán viene, para que uno hable, vomite todo lo que sabe y lo que no sabe también. Al menos ellos son más generosos que los del lado opuesto, que pretenden que vomites hasta la madre que te parió a cambio de cualquier distinción entregada a tu familia después de muerta. ¡Pero ésa no es mi vida, no soy yo! Sin embargo, así vives. Así te manifiestas. Es tu retrato hablado. ¿Y no ven, coño, cómo voy perdiendo lo más heroico del hombre, la vida misma, a medida que me incorporo a esas filas de contentos, a los batallones de condecorados, a los que viven porque mueren por cualquier consigna falsificadora de la vida? ¿No ven que me he ido quedando sin amigos? Se me fueron, se me van, y apenas puedo hablar de ellos en voz alta, y debo fingir que no me alegro cuando les va EdQuintetobien y tienen trabajo, y reúnen unos quilitos, y tal vez regresen de visita, pero ya no viven aquí, ya no estamos juntos en el día a día, ya no existe más el «vamos a casa de fulano», porque fulano, sutanejo y esperancejo se fueron a Miami, o a México para que un coyote los brinque del otro lado de la frontera, o a España a que los traten como indios, o a Francia a ser esclavos y joderse más con la política... ¿No ven, cabrones paternalistas, cómo me están asesinando a los amigos? ¿Y mi familia? ¡Part'ía de locos, ya ni siquiera saben si son humanos, ellos son partidistas, que para ellos está por encima de todo, por encima mismo de ser humanos!

- ¿Puedes explicarme por qué lloras? -por fin demanda apagado.

- No sé, no tengo la menor idea. Hay días en que me da por llorar y llorar hasta que caigo como un tronco, rendida, y al día siguiente lo olvidé todo. Es como una borrachera.

- ¿Quieres que me vaya? Puedo venir mañana.

Oshin- ¡Ay, no, por favor, no me dejes! Se achinan exageradamente mis ojos a causa del llanto. Igualita a Ochín, la japonesa del serial de los martes y jueves. Ochín comiendo arroz solo. Ochín sumisa tragando cucharadas de arroz con nada. El Nihilista saca el pañuelo rojo y blanco de cowboy del bolsillo trasero del pantalón, seca mi rostro. Esa acción me vuelve a poner triste y las lágrimas enchumban el cuadrado de tela bordado en las puntas con sus iniciales. No sabe qué inventar para distraerme, da varios paseítos por la sala, desde ahí puede distinguir al Traidor recostado en la hamaca de la terraza, embebido en la lectura. Y como el Nihilista es también un mortal, se aburre de verme sonándome la nariz. No hace ningún esfuerzo especial para demostrarme que es diferente, por ejemplo, aunque sea un semidiós, un semisalvador, porque los dioses... ¡Los dioses! ¡Qué vanidosos se han puesto con sus pobres criaturas! El Nihilista va al cuarto, abre la gaveta de la cómoda, extrae el tablero de ajedrez y coloca las piezas.

A las dos horas de estar jugando en solitario, el Nihilista se da cuenta de que el Traidor ha cerrado el libro en la última página. Por fin ha terminado...

WillyChirino- ¿Algo interesante sobre el posmodernismo?

- Nada nuevo bajo el sol, teorías y teorías enrevesadísimas. Para entenderlas hay que vivir en las ciudades industrializadas, y uno está aquí, de bestia, esperando, esperando, esperando la carroza... la de carnaval o la fúnebre... «Ya viene llegando», como en la canción de Willy Chirino.

Y ríen como niños brutos. El Nihilista le muestra las piezas negras, se las ofrece. El Traidor acepta. ¿Apostarán algo? Sí, el que gane tendrá derecho a un beso mío. ¡Qué par de idiotas! Juegan al ajedrez y pareciera que es a la botella. Mi mente queda en blanco varios minutos, la mente amplia y vacía, fija en sus espaldas, en las sienes tensas de ambos, en la manera en que alisan sus cabellos con dedos crispados, en sus gestos taciturnos de campeones, como si en ello les fuera la vida. Parecen Karpov y Kasparov en sus buenos tiempos, aunque ellos nunca se enfrentaron por tan poco. Lo del Nihilista y el Traidor es gastar neuronas por gusto, por el placer de pasar la madrugada pensando, ¡tan bueno que es dormir! ¿Para qué tanto empeño en ganar? ¡Vamos, si el premio será sólo mi callada, mi amordazada boca!

Mientras ellos discuten la partida yo me escabullo a mi refugio hexagonal, mis tres ventanas a través de las cuales el mar se ve diferente. En la de la derecha las olas van y vienen gigantescas, encrespadas, furibundas. En la del medio el mar es un plato, azul brillante, con esa estela surrealista de iluminación tropical. En la ventana izquierda el mar aparece negro, sobre el oleaje flotan estrellas. Sin embargo, en cualquiera de las tres espejean la luna y el sol a la vez, y anochece y amanece intermitente, como en los videoclips, a todo meter.

GuanajoCrunch, crunch, crunch... es el puerco que los vecinos de al lado crían en la bañadera.

Brrr, brrr, brrr... es el guanajo de los vecinos de abajo, que desde el closet le responde al puerco.

Beee, beee, beee... es la chiva que le protesta al guanajo, amarrada como está en la terracita de siete por siete losetas.

Quiquiriquí, quiquiriquí, quiquiriquí... es el canto del gallo, el que despierta a todo el vecindario. El gallo en la barbacoa -no la de cocinar, sino la otra, la que te achicharras dentro-, con su quiquiriquí desequilibrado. El gallo no se acostumbra al horario del edificio, a las exigencias del consejo de vecinos... Los animales se educan para los apartamentos y los hombres para las granjas. Y en las granjas todos entran comunistas y salen religiosos...

Quiquiriquí. El canto del gallo me llena de optimismo. Súbitamente, en las ventanas brilla un sol hiperrealista. Es de día, día. El gallo me da fuerzas. Su canción tiene más contenido que cualquier canción de la OTI. De Cuba a Valencia. De Cuba al mundo. Los años los contamos de OTI en OTI. ¿Quién ganará este año? Y los caracoles moviéndose, y la brujería en su punto. ¿Por qué no mandamos el gallo a la OTI?

Chango2En la azotea repiquetean tambores, es un toque a Changó. Tan temprano y la guerra. Un sol que raja. Un hacha. Una espada sobre mi nuca. ¡Santa Bárbara bendita, que viva Changó! Ahora la gente le toca un tambor a los orishas igual que antes cantaban el himno en un matutino, o en el acto cívico de los viernes dedicado a la liberación de Vietnam. Va y a lo mejor todo está ligado. Todo tiene que ver. Por mis venas corre sangre negra, no puedo negarlo, nada más oigo un tambor y se me eriza el alma a la altura del huesito de la alegría, de tanto remeneo contenido. Amazacotada está mi cabeza entre gritos sordos y cantos como lamentos. Reclamos a la religión. ¿Reclamos a la nada?

Los dos hombres siguen doblados sobre reinas, reyes, alfiles, torres y caballos. ¡Cómo ha diseñado de bien sus entretenimientos el hombre! ¡A su imagen y semejanza! Hay un mosquero y un guasasero del carajo. En la cocina se pudre la basura. Recojo el nailon que contiene los desperdicios y, sin prevenirles, bajo a la calle a botar lo que fue y ahora es nada asquerosa. Nada cagada.

Como de costumbre, los tanques se desbordan. Cinco o seis viejas sacuden cubos de porquería maloliente en plena calle. La más anciana comenta con inesperado tono de arrepentimiento:

- ¡Y yo que lo tenía en un altar!

Para qué fue aquello. Una turba de mujeronas armadas con palos salieron de detrás de las columnas, rodearon amenazadoras a la anciana. Al punto la más agresiva interrogó:

- ¿A quién tenías en un altar que ya no lo tienes?

- A quien tú sabes... a nadie... un dicharacho.

- ¡Ah, un dicharacho! ¿no? Mira a ver, vieja delincuente, escoria, rata de cloaca, si te amarras bien esa lenguaza, si no quieres que te la muelan a palos.

Periodico granmaLa viejecita se retira silbando La Internacional para borrar todo tipo de sospecha o mal entendido. Una vez que supuestamente hemos desaparecido, el bando de robustas féminas a lo estatuas realistas socialistas se dispone a registrar nuestros nailons de porquerías. El mínimo papel será revisado y glosado, archivados en nuestros respectivos dosieres. Dicen que archivan hasta el papel higiénico -es decir el periódico Granma- después de haber analizado, minuciosos, el tipo de ideología que profesas según el tipo de excrementos que defecas. No lo dudo, aquí cualquier mierda represiva es trabajo. Si no, miren, las BRR (Brigadas de Respuesta Rápida), almuerzan pollito, meriendan sándwiches y helado Coppelia de chocolate, comen pollito. Así todo el país, con el hambre que hay, querrá pertenecer a sus filas. Duermen en los parques frente al Malecón. No disparan un chícharo, les pagan y los alimentan sólo para vigilar y golpear. Y mientras más pescozones den más pollito comerán.

Detalle LNC PlanetaSubo arrastrando los pies. Peldaño a peldaño arrastro mi miedo. Tengo miedo, lo confieso, y esto agudiza mi miedo. Es la primera vez que siento un miedo desquiciado. Espero la puñalada trapera, el venenazo, la escupida de fuego, el mazazo en el cráneo. Pero no llega. Nunca se presenta de frente, directo. Abro la reja. Entro y escucho ronquidos orquestales. Increíble: el Traidor y el Nihilista durmiendo en mi cama. El tablero desierto, las piezas regadas por el suelo. Con toda evidencia, no hubo triunfador. Salvo el sueño. Los meprobamatos que yo había deslizado subrepticiamente en el té han hecho excelente efecto.

En mi celda hexagonal suspiro, inhalo el humito del café mezclado con trigo. Amanece uniforme. Hay mucho sol y sin embargo un aire fresco bate mi pelo. El mar está azulísimo, encima hay un jardín de girasoles, tulipanes, adelfas, siemprevivas, mar-pacíficos, orquídeas, jazmines, margaritas, y todas, todas las flores del planeta. El cielo está despejado y menos teñido que el mar. Es bella, hermosísima, esta combinación de luz y color. Lo nunca visto. ¿Pero son flores o ataúdes? ¿Es un jardín o un cementerio? ¡Yo quiero un jardín, me urge un jardín! ¡Ay, qué orgullo siento de ser cubana! ¡Ay, qué terror siento de ser cubana! ¡Aclárense mis PatriaOMuerteojos! ¿Son fulgores naturales o faros persecutores? Es un jardín. Estoy segura de que es un jardín. Patria o muerte. Basta de jodernos por comemierderías. ¡Es tan hermoso vivir esta experiencia! A pesar de que nos morimos poquito a poquito. Cada vez que pestañeamos y dejamos de ver, de escuchar. Escuchar: un hipercanto a lo hipervivo. Hemos hecho una Revolución más grande que nosotros mismos. Y de tan grande se aplastó bajo su propio peso. Estoy frente a un cuaderno rayado, devanándome los sesos. Pruebo el café, está riquísimo, digo, malísimo, lo podría haber azucarado más. Busco cualquier pretexto en cada mínimo objeto que me rodea para no seguir pensando más. Para no comprometerme con algo que no sé si podré hacer, si tendré ovarios: describir la nada que es mi todo. Pero allá está la Gusana, exigiéndome un best-seller, la pobre. ¿Y si la decepciono? Aquí ya no está el Lince para aprobar la novela, para calificarla exaltado, afirmando que es genial, que habrá que publicarla al precio de la vida. Yo sé que no será genial. No me sobrevaloro. Soy un producto semántico de pésimas maestras de español. Sello LezamaLimaNo me sobrestimo. Tengo dudas con la construcción de frases largas, hago una choricera de palabrería superflua. No soy la campeona de las declinaciones, nadie tiene que decírmelo. Debiera leer más a Lezama y a Proust. Beso el cristal de la ventana del medio y tengo la certeza de que el Lince estará haciendo lo mismo ahí enfrente. Rodeado del mismo océano.

Invoco a mis orishas: ¡Denme fuerzas! Tal vez debiera ir a lavarme los dientes, a peinarme, a cambiarme de ropa. ¿Por qué estoy tan ceremoniosa? Tengo miedo, coño, eso sí. Por eso hablo de esto y de aquello y de lo otro y de lo más allá. Porque ahora veo miles de balsas repletas de cadáveres en el mar. Porque tengo el miedo más grande del mundo. Por eso chachareo y chachareo.Para impedirme comenzar. Para evitarme iniciar la frase. Para autocensurar las palabras que, como unas locas, unas putas, unas hadas, unas diosas, explotan desaforadas con la tinta de la pluma que mis dedos aprietan. Porque hay amigos muy grandes que murieron, otros que se fueron y otros que se quedaron. Todos aquí, dentro de mí. Dentro de las palabras que no sé más si soy yo quien las escribe. O si son ellas las que me escriben a mí: 

Ella viene de una isla que quiso construir el paraíso...

 FIN 

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